67 horas y 1/2...

La mañana está tan gris y no sé si es eso lo que me pone tan reflexiva y me aumenta el "Deliafiallismo" o será porque es miércoles, el día atravesado de la semana, justo a la mitad entre lunes y viernes, tan cerca y tan lejos del fin de semana cuando me alejo de este lugar donde paso tal vez 9 horas de mi vida produciendo pero no para mí. Sintiendo el vacío de todo, porque no puedo darme el lujo de depositar mi confianza o estima en nadie, sintiendo que tengo que cuidarme la espalda a cada segundo, cuidando lo que digo y no digo, sintiéndome a veces tan sola.

Hoy estoy más que nunca ansiosa por conseguir un refugio donde correr y borrarme el mal sabor del día a día, olvidarme de la hipocresía y ser todo lo ingenua que en realidad soy porque esa tan ácida, formal y de carácter fuerte es simplemente la que sirve de escudo a la frágil, hiper sensible, ingenua y a veces hasta tonta que soy.

Vivir se hace corto porque se vive con lo poco que queda de energía al salir de aquí y un par de días de bono que son los fines de semana... 67 horas y media son las que me pertenecen (sin contar las horas de sueño) 67 horas y media para alejarme de la hipocresía, para quitarme la máscara, para respirar aire fresco, para rodearme de lo que me nutre, me alimenta (hablar con mis amigos por teléfono, salir a tomarnos un café, ir al cine, hornear galleticas, echarme en el sofá a ver la tele o simplemente cambiar y cambiar canales, recibir visitas en casa, cocinar algo rico, hacer collares, escuchar música, acostarme en la cama a mirar el techo y pensar miles de cosas, chatear, conversar por mic, escuchar a mis amigos cuando se sienten mal, jugar con mi perro, salir de compras..., ...) Son 67 horas y media para invertir en mí, para aumentar el saldo a favor de mi cuenta emocional, y pienso entonces sacarle provecho a ese tiempo mío para comenzar poco a construir mi felicidad y mis sonrisas, es que comienzo a darme cuenta que todo eso lo construye uno mismo.

Estoy comenzando a apreciar cosas que antes no apreciaba, comenzando a asignarle valor a lo que permanecía relegado y comprendiendo que muchas de mis metas no son necesariamente lo mejor para mí y a veces es bueno replantearse los objetivos y hasta los sueños porque tal vez uno estuvo un tanto errado durante mucho tiempo.

Quiero que llueva, me molesta un día gris sin lluvia... Que llueva para escuchar el sonido de las gotas golpeando el cristal y sentir el aroma de la lluvia mientras escucho algo de música y sin que nadie lo note me robo algo de tiempo para mí, para pensar, para soñar...

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