Me niego a ser simplista, me apasionan los directores de orquesta...

Estaba pensando que hay gente tan superficial en el mundo y que por ser así se pierden la magia de muchas cosas, la practicidad o el simplismo no son siempre caminos felices, sólo son caminos indiferentes y cargados de desconocimiento, por aquello de "ojos que no ven, corazón que no siente" mucha gente asume que quienes viven bajo esta filosofía sí son felices porque no se angustian, no tiene preocupaciones, pero ¿son felices? yo creo que sólo son "indiferentes" y están desconectados.

Un ejemplo de una visión simplista "¡un director de orquesta! que estupidez ¡bah! si lo único que hace es mover unas varitas de un lado para otro, gran cosota, los que etsán matándose tocando son los de la orquesta"; y yo hoy pensaba en esto porque alguna vez llegué a creer que un director de orquesta no hacía sino eso: "mover unas varitas", llevar un peinado de loco y convulsionar sobre la tarima; pero muchos años después supe lo que es un director de orquesta y lo que hace, quienes están delante de uno de ellos son en gran medida sus instrumentos, él los afina, los guía, los moldea, le da forma a sus pasiones, es el eje conductor de la obra, él "te toca", llega a teclas, cuerdas, metales pero sobretodo llega a fibras especiales que no cualquiera es capaza de tocar, un director de orquesta es un artista pero sobretodo es pasión en su más pura representación, pasión en todas sus formas: infantil, violenta, eufórica, desmedida, dulce, el director teje, construye, coloca cada nota, cada pieza que luego nos robará el aliento y estremecerá más allá de nuestros oídos.

Son lo menos parecido a alguien simplista, indiferente y desconectado, sienten más que el resto de los demás y sienten tanto que son capaces de traspolar ese sobrante a cada uno en una audiencia y también a cada uno de sus instrumentos armando un hermoso conjunto donde orquesta y director se convierte en uno sólo. Yo nunca olvidaré la grata experiencia de dejarme tocar por un director de orquesta, de sentir que sacaba de mí notas que no imaginaba alcanzar con mi voz, de verlo estremecerse como nadie, absolumente nadie lo hacía escuchándonos a todos, sintiendo nuestras notas, nuestras voces y las melodías de las teclas, las cuerdas y los metales, ver lágrimas correr por su rostro, escucharlo romperse en sutiles gemidos y morir en un gesto similar a un orgasmo una vez finalizada la obra.

Nunca olvidaré mi experiencia, nunca olvidaré a LUMOBAN (tal y como lo bautizamos los compañeros de la coral donde estuve hace mucho tiempo) por mostrarme la grata experiencia y reafirmar mi negativa a ser simplista y práctica.

Esto también va dedicado a mi amado MAE que siempre disfrutaba torturándonos con "Toledo" o "Granada" llevándonos a notas muy altas y de larga duración :-) pero qué siempre conservó hasta sus últimos días esa sonrisa infantil y ese brillo maravilloso en los ojos, porque a pesar de los tantos años con los que contaba, murió joven.

Y así, por ejemplo, un simplista se pierde de la magia que hay en esa varitas y ese cabello revuelto poque sólo saben "ver" y no "sentir" ¿no creen?.

Nuestro maravilloso Gustavo Dudamel con Kirill Gerstein y la Orquesta Sinfónica Juvenil de la Simón Bolívar 1er concierto de Piano en D menor, op. 15.